viernes, 16 de julio de 2010

Ayer fuimos de boda.




No literalmente, pero más o menos. Ayer nos apuntamos a una cata de vinos y menú degustación en un restaurante que conocían unos amigos. El restaurante al parecer, en si está bastante bien, pero esto parecía una posibilidad de degustar la cocina y de aprender algo de vinos, por el módico precio de 35 euros. Cierto es que quizás esa cifra para una cena es algo alta, pero después de lo que os voy a contar quizás ese planteamiento no sea correcto.
La cena consistía:

“Marina Alta” Blanco Espumante D.O Alicante.
Ensalada de Papaya, Manzana, Gulas y Aguacate con
Reducción de Vinagre Balsámico.
“Valdelainos” Blanco D.O Rueda.
Pastel de Cabracho con Salsa Tartara y Crema de Piquillos.
“Moustillant” Rosado Aguja D.O Penedes.
Gazpacho de Frambuesa con Helado de Pepino y Tomate.
“Finca Nueva” Rosado D.O Rioja.
Atún Rojo a la parrilla con Mermelada de Cebolla y Sal Maldón.
“Mano a Mano” Tinto Joven D.O Tierra de Castilla.
Pollito Picantón Relleno con Salsa de Caramelo de Vino Tinto.
“Frisant” Vi de Gel Dulce Carbonico D.0 Penedes.
Fondant de Chocolate con Peta Zetas y Helado de Magdalena.

Y al contrario de lo que imaginábamos las copas las fueron rellenando, debieron de fregar copas a tutiplé, porque cada vino llevaba la suya. Y los platos eran individuales, yo imaginé que con esa retahíla de platos serían para compartir o raciones pequeñas, ya te cuento, de eso nada. Empezamos a las 21:30 y acabamos a las 01:15, y sin café ni na, porque ya no podíamos ni beber agua. Pagamos 35 euros por comer y beber hasta hartarnos, toda una experiencia. Y además el enólogo iba explicando los vinos antes de degustarlos, explicaba como olerlos, como diferenciar los olores, los sabores, como degustarlo, de donde procedía, con que alimentos maridaba, e incluso como había que conservarlos. También con cada cata iba pasando por las mesas por si había dudas y rellenando las copas. Una noche bastante especial, con unos vinos bastantes decentes, donde destaco por su originalidad el primero: Marina Alta, un vino adulzado alicantino muy chulo. Y el último, un vino de fabricación complicada y de sabor espectacular. Un 10 a esta iniciativa de un restaurante que me convenció y me pareció un candidato a cenas decentes.

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