domingo, 29 de julio de 2018

Mercadillos navideños en Budapest


Madrugar para irse de vacaciones es un clásico que hasta me gusta, esto ya viene sucediendo habitualmente y esta vez para irnos a Budapest, capital de Hungría, no iba a ser menos. 6:50 vuelo directo y llegada a Budapest con frío moderado a disfrutar de una ciudad cargada de historia.
Taxi hasta el hotel 22 euros, el hotel cogido por Voyage Privè, Brody Apartments, un hotel boutique precioso, con unos apartamentos completos, céntricos y acogedores.
Como era media mañana nos lanzamos a pasear hasta el parlamento, donde si no tienes reserva previa es bastante difícil lograr entrar, son todo visitas guiadas en diversos idiomas, así que las sacamos online para poder ir en otra mañana más tranquilamente.
Del Parlamento fuimos paseando por la linde del río, y nuestra parada fue impresionante, por un lado la inmensidad del Danubio, por otro la crudeza de los recuerdos de una historia de dolor y guerra, ‘Zapatos en el Danubio’ esa espectacular obra que nos recuerda un terrorífico pasado.
Seguimos caminando hasta, esto de tener ahora en todas partes internet ayuda mucho, comer a un lugar típico muy céntrico y bien de precio: Hung(a)ry , nuestras primeras cervezas y nuestro rico Gulash para entrar en calor.
De allí, y aunque hacía frío, nos decidimos a callejear entre puestos navideños, coros cantando villancicos y olor a vino caliente. Llegamos al Café Gerbeaud, un clásico café de los años 20 donde podías vivir cualquier vestigio histórico solo con ver su decoración. Callejeamos y nos alejamos con la intención de ver el Museo de Artes Decorativas, el cual no pudimos visitar porqué está en obras, pero el edificio prometía ser espectacular. Nos adentramos en sus callejuelas hasta la orilla del río, para terminar en el puente de las cadenas y vuelta a nuestro hotel que caía el frío y la noche. Salimos a pasear para ver las plazas de los mercadillos en animada concurrencia nocturna, con el espectáculo de luces contra las paredes de los edificios emblemáticos, una maravilla para los sentidos trasladándonos al mejor espíritu navideño. 



Cenamos en un italiano, Gustolato y a dormir.
Curiosamente nos llamó la atención la cantidad de restaurantes, pero la ausencia de negocios de tiendas, un atisbo de la intención del país de salir de su arraigada política y pasados años conflictivos, donde aún el capitalismo intenta entrar si lograrlo del todo. Una lástima para su económica, ya que el turista tiene pocas opciones de gastar en tiendas lo que ayudaría. Turismo tienen, y la ciudad es una maravilla en todos los sentidos.

Día 2
Cogimos la avenida Andrássy, desayunamos en un café precioso, el Artis Café y la paseamos entera viendo sus tiendas de alta costura y sus maravillosos palacios, muchos de ellos hoy embajadas. Nos llamaba la atención la poca gente que se veía, una ciudad muy tranquila a lo que no estamos acostumbrados.
Llegamos a la fastuosa Plaza de los Héroes, donde además una preciosa pista de hielo nos completó la maravillosa estampa navideña. 
Visitamos ese castillo medio mentira pero de ensueño que es Vajdahunyad y los baños de Széchenyi.



Nos gusta pasearnos las ciudades, independientemente de sus distancias, es el mejor modo de conocer su vida y de entender su cultura. Unos barrios tradicionales, con puestos característicos de los años 80 en España nos dan fe de una época que quedó atrás para algunos y en al que otros aún se encuentran inmersos.
Fuimos hasta el Fiume  Graveyard Road, un cementerio majestuoso y lleno de tenebrosa paz. 

Volvimos al centro para adentrarnos en el barrio judío y entrar en la Gran Sinagoga. Una experiencia única, donde la guía en español nos habló de la historia del gueto judío en Budapest, y donde uno puede sentir en primera persona la crueldad humana por fines políticos nada nobles. Una experiencia única y 100% recomendable, donde el árbol de la vida nos acompaña a la puerta siempre que juremos no olvidar ese retazo de historia.

La tarde nos dio para descansar y volvernos a adentrar en sus callejuelas más autenticas  para encontrar calles como Kiraly que atraviesan manzanas de edificios llenas de restaurantes y bares para disfrutar de la noche.
Nos acercamos hasta Szimpla Kert, el más famoso de los ruin pub, tan famosos y curiosos de la noche de Budapest. Tras esta curiosa visita acabamos cenando en un restaurante judío Macesz Bistro, donde comimos de maravilla por un maravilloso precio.

Día 3
A primera hora desayunamos en Espresso Embassy y directos a nuestra visita guiada al Parlamento, una visita indispensable para conocer la ciudad y el país.

De allí paseamos hasta el otro lado del puente de las cadenas, para adentrarnos en Buda, la ciudad elegante y majestuosa al otro lado del río.
Subimos en funicular hasta el castillo y pudimos entrar a visitar sus dos pinacotecas. Paseamos por esas callejuelas que casi parecen de época medieval para refugiarnos de la lluvia en el restaurante Jamies, un italiano donde comimos por buen precio y abundantes platos. Para luego pasar a visitar la preciosa Iglesia de Matias, y el maravilloso Bastión de los Pescadores, que guarda un precioso café en sus entrañas muy recomendable por sus maravillosas vistas. Volvimos sobre nuestros pasos y dedicamos la tarde a pasear y comprar nuestros habituales recuerdos navideños.



Esa noche descubrimos, justo en la calle de nuestro hotel un restaurante maravillosos, el VakVardju, donde comimos autentica comida húngara y su ambiente nos enamoró.
Día 4:
Nuestro ultimo día pero aún teníamos cosas por ver y por comprar. Descubrimos junto a nuestro hotel un maravilloso Catcafe, con bellezas gatunas, muchos Bosques noruegos y un delicioso café con tarta que completaba la experiencia.


Nos quedaba por visitar la Basílica de San Esteban, y la visitamos a fondo, subiendo incluso a sus torres cuyas espectaculares vistas son algo imprescindible en la visita a la ciudad. 


Compramos nuestros últimos adornos y regalos navideños, comimos en nuestro recién descubierto restaurante húngaro y un nuevo taxi nos llevó de vuelta a nuestro aeropuerto.
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No nos ha resultado caro bajo ningún aspecto, hemos comido y cenado genial, comprado regalitos en el mercadillo y entrado a todo aquello que nos ha interesado. Una ciudad preciosa cargada de historia que hay que conocer. No hicimos juegos de escape, aunque nacieran allí, nos dio un poco de miedo, casi todos los que vimos estaban en sótanos que invitaban poco a visitarlos. Sabemos que es la cuna de los escape room, pero nos acorbadamos. Decir que sin la parte navideña creo que a la ciudad le falta algo de vida, pienso que debe ser una ciudad para visitar en Navidad o en verano, como os digo le falta oferta de ocio, que no cultural, para completar la experiencia viajera del turista. Eso si viven tradicionalmente la navidad que es lo que nosotros íbamos buscando.