jueves, 22 de marzo de 2012

Experiencias romanas,


El fin de semana pasado con la excusa de un genial partido de Rugby del Seis naciones acorté mi nostalgia pegándome una escapada a mi ciudad, Roma. Hacía dos años que no la pisaba y la echaba mucho de menos, aunque no lo diga ( ah¡ que si lo digo? no me había dado cuenta;-) ).

Sábado 05:00 a.m.

Madrugón del día, menos mal que a las 11 estaba durmiendo, y al menos me levanté despejada, total me iba a Roma que más se puede pedir para un madrugón así. El resto del año me levanto a las 06:30 y ya os voy diciendo que no es para irme a Roma...

Aeropuerto vacío, control de pasaportes con gente pero avanzaba ligero, y en poco tiempo embarcada felizmente en mi vuelo a la ciudad eterna.

La llegada bien, el hotel muy correcto, y de ahí a comer Pizza y beber birra, había que desayunar…Y como somos unos jabatos decidimos que ir al estadio andando era lo mejor, todo el Corso Italia, cruzar Villa Borghese, llegar al Popolo y tras ver que miles de faldas escocesas se encaminaban en tropel al estadio, decidimos seguirles. Eso sí previa parada a tomar mi amado marocchino y unas pedazos de birras. Y tras la hora larga de caminata y el solazo arreciando en nuestras cabezas, llegamos al estadio…atestado, nosotros nerviosos, pero al fin allí.


Y empezó la fiesta, la del rugby, el ruido estruendoso de un stadio lleno hasta la bandera es inigualable, oír las gaitas y corear los himnos hace que se te pongan los bellos de punta, y luego todo fue disfrute. El partido con un control bastante superior italiano, pero al fin y al cabo muy divertido, y ese publico,italiano hasta la médula, que no callaba ni aun pidiéndolo por megafonia. Pero aún así lo pasamos de locura, nos dio el solecito, gritamos, comimos pistachos, vimos el rugby en estado puro, y seguimos bebiendo cervezas.

Pero como todo lo bueno llega a su fin, el partido acabó y empezó el fin de semana cultural. Tras visitar el espacio de la pista de atletismo, llamado el Tercer Tiempo, muy apropiado el nombre,- decidimos seguir nuestros pasos e ir a comer al Trastevere. Como suele suceder subimos al bus libremente, que difícil es eso de pagar en un bus italiano, jeje. Y allí, tarde pero seguros comimos en l’arco de San Calixto,¡ aún me rechupeteo!.

Cafetito en el lateral de Santa Maria del Trastevere, y luego visita a la espectacular Galería Corsini, una visita imprescindible en Roma, como otras tantas. Pero aún no teníamos bastante, paramos a tomar una cervecilla, para ver el último partido de rugby del día, y luego a ver las paradas obligatorias de esta increíble ciudad, Piazza Navona (por fin la Fuente de los 4 ríos está sin el cristal ese horroroso y pude fotografiarme por enésima vez con mi querido león.), Piazza della Rotonda y Panteón, y la Fontana di Trevi. Como nuestro compi de viaje era insistente fuimos a comer una pasta spectacollare a Da Sergio, en el Vicolo delle Grotte, en el Campo dei Fiori. Y luego taxi y a mimir, que desde las 5 de la mañana ya lo habíamos aprovechado lo suficiente.


GALERIA CORSIN

Domingo,

Amaneció primaveral, y tras un buen desayuno comenzó nuestra odisea ferroviaria. Llevábamos ya comprados billetes de tren para Cerveteri para acceder al parco archeologio, y tras llegar allí, no podía ser, los domingos no había servicios directos a la zona arqueológica. Increíble. Y para colmo dicho descanso dominical casi nos impide volver a la ciudad, vaya organización turística.



En fin un pequeño bache en el viaje, pero lo superamos con éxito. Volvimos a Roma, y pudimos pasearla sin coches (estaba la maratón anual y se veía cuanto menos curiosa) y además visitamos la Galería Spada, que la noche anterior nos había puesto ojitos. Allí esta la Perspectiva Borromini, un virguería arquitectónica, una verdadera demostración matemática e ingeniera donde lo que ves no es lo que hay; un espacio de apenas 8 metros donde Borromini utilizó diversos recursos para prologar nuestra vista a quasi 35 metros; una maravilla. Y luego la galería en sí, que es una belleza.


Así que tras un paseíto largo y una cervecita fuímos de nuevo a Termini para ir al aeropuerto.

Y allí empezó una pesadilla, una cola de más de dos horas para pasar el control de seguridad, el vuelo que se iba y la gente se incomodaba porque teníamos que ir colándonos, aunque estaban todos igual. Y finalmente los 4 policías que me miraron hasta la ropa interior sucia, porque ellos lo valían, que para eso son italianos. Y tras 5 últimas llamadas para mi vuelo, y una carrera donde creí que los pulmones y mis fuerzas se agotaban (no quiero contaros como estaban mis dos acompañantes) conseguí coger un vuelo que prácticamente estuvo esperando a cada pasajero por culpa de la mierda de organización y de la incompetencia de los trabajadores del aeropuerto de la Ciudad Eterna. Parece ser que todos los domingos son así, lo que me lleva a la conclusión que muy mal deben de estar, y deben de usar esto como medida de presión, pues estos cabrones de policías se juegan la vida, yo lloré de impotencia, pero facilmente otro le hubiera calzado una leche; e incluso quizás un día, otro se quede en el sitio con un ataque de ansiedad. Por lo pronto les pienso meter una reclamación, servirá para poco pero yo estaré más tranquila. Ya la publicaré para que la leáis.

Lo bueno, que por primera vez el vuelo de lowcost salía en hora, aun siendo el último del día, algo insólito y que dudo me volverá a pasar.


Arrivederci Roma

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