Hoy tengo el día liadísimo, pero por fin, tras días de
oscuridad, ha amanecido luminoso y soleado, seguramente el frío sea igual de
intenso, aunque en casa con la chimenea apenas se aprecia.
Os comentaba que hoy no pararé, hace diez días recibimos por
escrito una invitación del Marqués de la
Vega-Inclán, y a mi marido le ha parecido imprescindible ir, esa misma
tarde le contestó, pues no quisiera dios que nos demoráramos, que como dicen
las normas no debían pasar más de 24 horas.
Ya he llamado a la peluquera, y en breve esta casa estará
llena de gente, debo arreglarme y vestirme para estar a la hora adecuada en la
calle San Mateo, 13. Ahora me toca
elegir el vestido, primero hacer memoria para no repetir, y así evitar ser el
tema de conversación de todas las meriendas madrileñas. Por fin he terminado,
ya estoy preparada, aunque hace frío no pienso cubrirme la cabeza, pues sino
luego me debería retocar el peinado y no quiero que venga la peluquera, pasaré
un poquito de frío. A las 12:30 ha llegado el coche de caballos, creo que vamos
bien de tiempo, hoy no deberemos hacer correr al cochero, seguramente deberemos
dar un par de vueltas para hacer tiempo, pues por nada del mundo quisiera
llegar antes de la hora prevista, y encontrarme la casa patas arriba. Tampoco
tarde, imagina que vergüenza, interrumpir las conversaciones de una comida ya
empezada. No, esta vez llegaremos como mandan las costumbres.
En el piso de entrada de la casa del Marqués se puede oír un
gran barullo, imagino todo el trajín que debe haber en estos momentos en la
cocina, aunque claro esta debe encontrarse tras el patio para no molestarnos
durante la comida, y por qué al fin y al cabo lo cierto es que no hay cocina
que pueda estar en otro piso, pues imaginaros como accederían al agua.
La subida a la planta noble es muy acogedora, es la segunda
vez que estoy en esta casa, y siempre me sorprende su amplitud, y el buen gusto
del Marqués para elegir las piezas de decoración, hay verdaderas joyas
artísticas. La primera vez que vine estábamos invitados a un baile, y la
entrada fue preciosa con una música perfecta que envolvía todo el edificio y
que salía del balcón que da a la escalera, un detalle perfectamente medido por el
dueño, que hay que reconocer, está en todo.
Hoy hemos llegado a hora, parece que ya estamos todos y en
la antesala comienza el aperitivo, bien regado con un jerez fabuloso. He de
hacer mención al servicio y a la cristalería, todo perfecto y de gran calidad.
No somos un gran grupo, menos mal porqué el salón de gala del Marqués no es muy
amplio y no quisiera estar enlatada; siempre me he preguntado si el Marqués y
su familia comerán en esta sala, ¿o dispondrán de otra salita donde harán la
comida de diario? Hoy estaremos como dicta el protocolo: cómodos y bien
servidos. Pasamos al salón, y como es una preciosa mesa imperial la que tiene
el marqués, él se colocará en el lado izquierdo controlando las entradas, y
parece que a mi me toca enfrente-( al menos mi nombre sale en la minuta de esa
posición)-, no es mal sitio, pues el Marqués es de agradable conversación, no
como otros que gracias a dios se me sientan lejos, pues el Conde del Arenal es
bien conocido por su gorronería, lo único bueno que tiene es que según baje la
taza del café desaparecerá de nuestra vista, pero claro no sin antes habernos
dado la comida, comiendo como si se terminara el mundo, y descuidando los
modales en la mesa, es muy propenso a gritar o a cuchichear, y nunca guarda
las formas, pero en fin…
Nos han servido perfectamente, en la mesa auxiliar había en
un verdadero despliegue de cristalería, porcelanas y platería, todo lo
necesario para servir la que ha sido una gran comida. Servidos a la rusa, cosa que creo que es una
mejora para nuestros convites, porque cuando se hacía a la francesa, con todas las bandejas en la mesa la comida caliente
se enfriaba; así saliendo los platos poco a poco está mucho más sabroso todo.
El marqués ha elegido unos vinos perfectos, hemos empezado
por un Burdeos riquísimo, y luego un vino del Rhin delicioso, veremos ahora que
hemos tomado el “ponche a la romana” para cambiar de sabores, con que nos
sorprende el asador, pues creo que es un Surtout,
es decir una sorpresa de esas deliciosas con las que nos deleita el marqués.
Nos han puesto una carne exquisita junto a una ensalada real. He olvidado
comentar la preciosa decoración del salón donde hemos estado, en las paredes
bodegones del siglo XVII, lámparas de cristal de la Granja, y una chimenea
dando calor al entorno. La mantelería adamascada es delicadísima, y
evidentemente la vajilla elegida es lo mejor que tiene el marqués, se ve que
está haciendo su labor de anfitrión a la perfección, no podemos poner ninguna queja.
El champagne servido con la carne ha estado estupendo, luego los dulces
magníficos, pues el pastelero del Marqués es el mejor de Madrid, sus dineros le
cuestan.
Y el jefe de salón nos ha indicado que procedíamos al café,
otra costumbre que me encanta y que indica el final de la comida. Ha sido una
comida muy cordial, sin la molestia de los infantes, que como mandan las normas
están en sus habitaciones para no molestar a los adultos, aunque he de decir,
que dado que Dios no me ha dado hijos, este protocolo tan estricto me priva de
poder disfrutar de los pequeños de mis amistades.
Evidentemente el Conde del Arenal ha salido como alma que
lleva el diablo, alegando compromisos ineludibles, los hombres han pasado a la
sala de fumadores, a “echar el cigarro”, y las damas hemos tomado el café entre
cotilleos, cosa que en la mesa no debemos hacer, ni hablar de política o
religión, cuestiones que no son adecuadas para crear climas cordiales.
Como ha ido avanzando la tarde, han servido la merienda, y
hemos alcanzado las 9 de la noche por lo que nos han servido también la cena,
yo me hubiera ido ya, pero mi marido ha estimado que era imprescindible
quedarse, pues muchos negocios estaban en juego y hay que comportarse con el
Marqués por los intereses compartidos. Por fin hemos salido de la casa, no sin
antes mencionar que haremos la “visita de digestión” en unos 8 días, para así
seguir nuestras buenas relaciones con el agradable Marqués, al cual siempre es
una delicia visitar.
Y antes de acostarme quiero cerrar el día con dos citas que
se me vienen a la mente que creo que casan perfectamente con la jornada que hoy
he vivido.
La primera es del gran Galdos, en su obra Torquemada en el
Purgatorio dice:
"me
cuesta 40 duros al mes sin contar lo que sisa, que es una millonada. "
Supongo que sabréis que se refiere
al cocinero, pues en el Madrid de estos días, la competitividad por tener el
mejor cocinero es una verdadera guerra.
Y la otra, para finalizar, del
estupendo Mariano de Rementería y Fica
en su “Manual del cocinero”, ¡qué haríamos
sin él y sus escritos!
“En todas se dice que se necesita
que concurran 4 personas: un pródigo para el aceite, un avaro para el vinagre,
un prudente para la sal, y un tonto para menearla”
Y esta vez no os digo de qué habla,
darle un poco a la cabeza.
Buenas noches
1 comentario:
Estimada María Isabel,
En nombre del Marqués de la Vega-Inclán le agradecemos enormemente que haya aceptado su invitación. Nos ha complacido mucho leer su crónica y saber que ha disfrutado de su visita, pues ya sabe usted qué difícil es en estos tiempos que corren, tan exigentes con el protocolo, organizar con éxito un evento para tan ilustres invitados.
Esperamos volver a contar con el placer de su compañía próximamente.
Reciba un afectuoso saludo
:)
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