Chinatown, Little Italy, Lower Manhattan y Ferry Staten Island
Día 29. Sábado.
El cambio horario hacía mella, y a las 7 estábamos todos en
píe, desayuno americano, y a la calle. Nuestra última amiga que volaba con
American Airlines y salía el sábado nos narraba una nueva incidencia, su avión
había tenido que volver tras llevar dos horas largas ya de vuelo, y la habían
dejado en tierra hasta el domingo. Estábamos indignados.
Volvimos a nuestro admirado metro, de nuevo otra sorpresa,
la línea azul en fin de semana cambia de trayecto para coger la F, genial, allí
ni megafonía, ni luminosos, ni paneles ni nada. Menos mal que una mujer amable
nos hizo ver el cambio ante nuestras voces de sorpresa. Así que cambiamos la
ruta del día, improvisar o morir.
* La gente en NY habla casi siempre español, pero
no son extremadamente agradables, a excepciones como en todas partes. Dicen que
la gente de la costa este es así…se hace un poco desagradable.
Chinatown un poco decepcionante, eso si un parque lleno de
gente haciendo taichí, mucho mercado callejero y gente en la calle vendiendo de
todo de tapadillo. No os esperéis la pagoda ni nada igual. Little Italy dice
Bienvenutti, pero sigue siendo China, y poco más…merece verlo porque hay que
vivirlo si no no has estado en NY.
Y llegamos por Canal Street a Brodway, da subidón al
principio, luego te cansas, pues la calle más larga de NY la paseas y cruzas
por donde vas, y al final no parece tan interesante. Eso si cambia en cada
tramo acorde a cómo cambia la ciudad.
Bajo Manhattan el mundo del rascacielos, una ciudad de
gigantes donde el ser humano es una hormiga, una impresión para vivirla e
inigualable. Trinity Church, iglesia de 1826 en medio de esa inmensidad de
hormigón, hierro y cristal. Wall Street, que en fin de semana mantiene cierta
calma, torito de Arturo Di Modica’s donado a la ciudad y que se quedó tras que
el pueblo lo quisiera así, y respectiva foto tocando huevos y cuernos para que
de suerte, la foto eso sí, imposible en solitario.
Y por fin puntita y estación de ferry de Staten Island.
Ferry gratuito donado por un magnate a la ciudad, primero costaba una simbólica
cifra de o.25 centavos, pero al final era un incordio y se quedó gratuito.
Nuestro consejo tras nuestra experiencia, ir al fondo del todo a la terraza y
quedarse en la parte derecha para ver lo más cerca posible la pequeña, achatada
y simbólica estatua de la libertad.
A la vuelta (pasan cada 30 minutos) mismo sitio de
colocación para ver la que para mi fue la imagen: Manhattan de frente en su
esplendor, allí por fin fui consciente de que estaba en NY.
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