Vengo a contaros mi viaje de primavera del 2018. Nunca es tarde si el objetivo es bueno.
Viajamos a Nápoles vía Roma. Los viajes directos a Nápoles son como los ríos, que aparecen y desaparecen.
En el aeropuerto cogimos nuestro coche de alquiler tras trasladarnos a la zona de alquileres en las navetas para ello destinadas. Nuestra compañía, que ya la habíamos usado fue Sicilia by car, nos gusta y suele salir bien de precio sin sorpresas.
Habíamos cogido un precioso hotel con encanto en Cava dei Tirreni, Hotel scapolatiello, una oferta maravillosa de Voyage Privé, estaba distante pero merecía la pena.
Tras comer en el Hotel, salimos a Salerno, donde pudimos deleitarnos con una visita a Il Duomo, tomamos un café de esos que solo saben hacer allí y salimos a conocer nuestro primer pueblo de la Costa Amalfitana: Vietri sul mare, avanzamos hasta Cetara y volvimos al Hotel para cenar en el que fue nuestro restaurante habitual de las vacaciones, Maximum.
Día 2:
Ese día, no podíamos esperar más, nos trasladamos hasta el parque arqueológico de Pompeya, entrando por Villa dei Misteri. La entrada cuesta 13 euros e incluye plano y mini guía. No puedo describir con palabras lo que significó ver Pompeya para mi.
Existen tres rutas de diversos recorridos y duración.
Nosotros estuvimos 5 horas aproximadamente y las hicimos todas, eso sí a un ritmo ligero. Hacía bastante calor, pero nos permitió pasear, y patear dejándonos exhaustos tanto física como animicamente, la belleza de los restos de Pompeya no son equiparables a nada que haya visto anteriormente.
Desde allí nos trasladamos a Sorrento, ese pueblo que ya conocía y que me tiene enamorada. Las fotos os dirán por qué.
Un helado, unas compras típicas: Limoncello tradicional, jabones de limón y un precioso paseo desde la Marina Piccola donde habíamos dejado el coche en el parking, y que tiene fácil acceso a la ciudad a través de un ascensor.
Día 3:
Según íbamos viendo que el tiempo podía o no acompañarnos, decidimos hacer nuestras rutas diarias. Ese día amanecía gris, por lo que decidimos pasar el día en Nápoles.
Primera parada Museo Capodimonte, un múseo de visita indispensable, que contaba además con una exposición temporal de quitar el hipo.
Luego bajamos a la ciudad, aparcamos en un parkimg junto al Museo Arqueólogico Nacional y comenzamos la pateada. No hay mejor manera para conocer a fondo un sitio que perderse y pasearlo. Era mi tercera vez en Nápoles, pero la primera de turismo, lo que supuso un descubrimiento para mi, e hizo que aún me gustase más la ciudad. Aunque creo que Nápoles tiene tantos constrastes que o te enamora o te espanta. Ya sabéis que a mi me ha tocado lo primero.
Nuestras paradas más emblématicas:
Capella San Severo, suele haber cola, pero es una visita imprescindible.
La capilla de las Siete Misericordias, con el gran lienzo de Caravaggio; una visita magnifica indispensable para los amantes de Caravaggio como yo.
Nuestra comida fue recomendada por autóctonos de la ciudad, y fue un éxito rotundo, el mejor ragú que he probado, es preferible reservar, pero no dejéis de hacerlo. Tandem.
Paseo hasta el Teatro San Carlo, el Castelnuovo, hasta apoyarnos en las terrazas que dan al Mar, con sus vistas impresionantes. Como seguía llovizneando volvimos caminando por Via Toledo, viendo la Catedral, San Giovanni, Il Gesù, y todas las callejuelas típicas napolitanas por las que a uno no le importa perderse.
Ese día, no podíamos esperar más, nos trasladamos hasta el parque arqueológico de Pompeya, entrando por Villa dei Misteri. La entrada cuesta 13 euros e incluye plano y mini guía. No puedo describir con palabras lo que significó ver Pompeya para mi.
Existen tres rutas de diversos recorridos y duración.
Nosotros estuvimos 5 horas aproximadamente y las hicimos todas, eso sí a un ritmo ligero. Hacía bastante calor, pero nos permitió pasear, y patear dejándonos exhaustos tanto física como animicamente, la belleza de los restos de Pompeya no son equiparables a nada que haya visto anteriormente.
Desde allí nos trasladamos a Sorrento, ese pueblo que ya conocía y que me tiene enamorada. Las fotos os dirán por qué.
Un helado, unas compras típicas: Limoncello tradicional, jabones de limón y un precioso paseo desde la Marina Piccola donde habíamos dejado el coche en el parking, y que tiene fácil acceso a la ciudad a través de un ascensor.
Día 3:
Según íbamos viendo que el tiempo podía o no acompañarnos, decidimos hacer nuestras rutas diarias. Ese día amanecía gris, por lo que decidimos pasar el día en Nápoles.
Primera parada Museo Capodimonte, un múseo de visita indispensable, que contaba además con una exposición temporal de quitar el hipo.
Luego bajamos a la ciudad, aparcamos en un parkimg junto al Museo Arqueólogico Nacional y comenzamos la pateada. No hay mejor manera para conocer a fondo un sitio que perderse y pasearlo. Era mi tercera vez en Nápoles, pero la primera de turismo, lo que supuso un descubrimiento para mi, e hizo que aún me gustase más la ciudad. Aunque creo que Nápoles tiene tantos constrastes que o te enamora o te espanta. Ya sabéis que a mi me ha tocado lo primero.
Nuestras paradas más emblématicas:
Capella San Severo, suele haber cola, pero es una visita imprescindible.
La capilla de las Siete Misericordias, con el gran lienzo de Caravaggio; una visita magnifica indispensable para los amantes de Caravaggio como yo.
Nuestra comida fue recomendada por autóctonos de la ciudad, y fue un éxito rotundo, el mejor ragú que he probado, es preferible reservar, pero no dejéis de hacerlo. Tandem.
Paseo hasta el Teatro San Carlo, el Castelnuovo, hasta apoyarnos en las terrazas que dan al Mar, con sus vistas impresionantes. Como seguía llovizneando volvimos caminando por Via Toledo, viendo la Catedral, San Giovanni, Il Gesù, y todas las callejuelas típicas napolitanas por las que a uno no le importa perderse.
Día 4:
Lo peor de esta zona es el tráfico, si podéis evitar los fines de semana y la temporada alta, vuestros nervios lo agradecerán. Tan entusiasmados estábamos con Pompeya que decidimos seguir haciendo de Indiana Jones y continuar con los parques arqueológicos que en esa zona pocos no son.
Hercolano: nos estuvo llovizneando, pero aún así pudimos pasearlos y seguir sintiéndonos pequeños ante tanta belleza.
Lo peor de esta zona es el tráfico, si podéis evitar los fines de semana y la temporada alta, vuestros nervios lo agradecerán. Tan entusiasmados estábamos con Pompeya que decidimos seguir haciendo de Indiana Jones y continuar con los parques arqueológicos que en esa zona pocos no son.
Hercolano: nos estuvo llovizneando, pero aún así pudimos pasearlos y seguir sintiéndonos pequeños ante tanta belleza.
Oplontis Villa Poppea : una visita para mi imprescindible. Muchas veces quien va en transporte de tren y demás pierde la oportunidad de acercarse a otros rincones que cómo éste, son espectaculares. Por eso una vez en coche, pese al tráfico, merece la pena.
Como erra el primer domingo de mes y fueron las entradas gratuitas.
De allí nos fuimos a comer por recomendación de amigos a Mustava en Vico Equense, un rincón de gloria frente al mar, y pudimos pasar la tarde tomando cocktails frente al mar. Una experiencia de 10.
Luego bajamos a cenar cerca del hotel a Vietri sul mare. a una pizzería en la plaza central.
Compramos online los billete de ida y vuelta del ferry por unos 115 € los dos para ir a Capri desde Salerno.
Fuimos con el coche y lo dejamos en el mismo parking del puerto, el barco salía a las 8:40 de la mañana
El recorrido nos llevó por la Costa Amalfitana y tenía parada en Amalfi y en Positano.
Lllegamos a Capri como a las 10:30 tomamos un café y cogimos una naveta para subir porque el funicular no funcionaba. Esta nos dejó en la plaza principal de Capri donde entramos en la oficina de información turística para coger un plano y dirigirnos a Villa Tiberio.
Tras una hora caminando en subida llegamos a la villa desde donde las vistas son insuperables, era muy listo este Tiberio. A la bajada dimos una vuelta por el pueblo y comimos en el grottino.
A la vuelta en el barco fuimos en la parte superior para ir haciendo fotografías de la Costa Amalfitana merece la pena.
A nuestra llegada recogimos el coche y como era domingo de Pascua había muchísimo tráfico por lo tanto los 20 minutos que habíamos tardado por la mañana se convirtieron casi en una hora para llegar hasta nuestro hotel.
Día 6:
Cogimos el coche para subir al Vesubio ya que el día se había levantado muy claro .
Fuímos con el coche hasta lo más alto del parque donde por 4 € subida y bajada nos llevaron desde el parking hasta lo que es la Piazzetta de entrada al Vesubio. (entrada 10 euros)
Desde ahí son tranquilamente 2 km de subida en pendiente y bastante jodida
El Vesuvio merece la pena: ver el cráter, los paisajes des de lo más alto, todo el Golfo de Nápoles, etc.
Desde allí seguimos con nuestra ruta de parques arqueológicos y nos acercamos a ver Villa San Marcos y Villa Ariadna lo que son las excavaciones de Castellammare di Stabia. No son fáciles de localizar pero son unas verdaderas joyas artísticas ambas.
De allí cogimos una carretera pequeña que cruzaba toda la montaña hasta Amalfi, en Amalfi paramos en un parking que había cerca del puerto y fuimos caminando hasta ver la catedral.
Il Duomo de Amalfi es impresionante, la visita parece obligada.
Y desde allí paseamos toda la costa en coche hasta llegar a cenar il principe e la Ciavetta , un restaurante precioso y donde comimos de locura.
Día 7:
Tocaba volverse pero no sin antes seguir visitando espacios increibles como la Magna Grecia, es decir bajamos para ver los restos griegos de Paestum (9 euros entrada incluyendo el museo) Un espacio increible para los amantes de la cultura.
Luego, dado que estábamos en la zona apropiada, donde está las bufalas, visitamos una tenuta (Tenuta Vanulo) donde compramos crema de chocolate realizada con leche de bufala. Y pudimos conocer como se crían y como son, una visita muy impresionante, y recomendable. Saber que de estos increíbles animales provenientes de Asia y que solo se crían en Europa en esta zona y poco más, se utiliza absolutamente todo.
FIN
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