El martes 21 nos levantamos con tiempo, hicimos nuestras
maletas viajeras y contratamos un servicio privado de transporte al aeropuerto
de Orly directamente en el hotel (18 euros persona). Allí el vuelo salió con
media hora de retraso, nos costó un poco lograr encontrar para cambiar dinero a
libras inglesas (solo en la oficina de correos) pero es lo que tienen los aeropuertos
pequeños son más prácticos, pero tienen menos servicio. Volamos con vueling,
pero sin incidencias, picamos algo en el avión y aterrizamos, con su hora de
diferencia cerca de las 2:30, casi en hora para recoger nuestras maletas y
nuestro minivan de alquiler.
Habíamos contratado el coche con Enterprise (unos 900 euros
saliendo a las 14:00 el 21 y devolución el 28 a las 19;00) aparte cogimos un
conductor adicional (5 euros al día) y un seguro a todo riesgo (250 euros más)
porque nos daba miedo y no confiamos en nuestra destreza para conducir por la
izquierda.
Éramos dos conductores, colocamos nuestro GPS, nos dieron
una VW bastante amplia, que para 5 y maletas nos permitía ir cómodos. Y rumbo a
nuestra aventura escocesa. Tras habituarnos a eso de ver los coches al revés,
las glorietas y lograr salir del aeropuerto la ruta se fue haciendo más
sencilla. Dirección a Perth, cruzando el magnífico puente de Edimburgo que es
un festín para los ojos y de ingeniería. Hacía un día soleado aunque fresquito
y nuestra primera parada fue el castillo
de Dunnotar, un sitio sacado de película, con acantilados, fondos de
pantalla de Windows, una maravilla que nos daba la bienvenida al país del agua,
las ovejas y la vegetación. Era nuestra primera experiencia pagamos 11 libras
(las entradas no son baratas ya os digo, son castillos casi todos privados y
claro mantenerlo no debe ser barato), pero mereció la pena porque nos
impresiono.
Dunnotar Castle |
De allí ya directos al HotelHilton Abeerden Treetop, un hotelazo en una zona residencial y tranquila.
Lo habíamos reservado a través de la agencia de mí amigo: factorytrip.com, y
nos había salido genial de precio. Vimos que tenían una oferta de hamburguesa y
cerveza para ver el partido de la Eurocopa, esa noche jugaba España contra
Croacia, así que eso hicimos ver el partido e irnos tristes a dormir.
Pagamos a parte el desayuno (10 libras por persona), yo las
gasté, una hora de buffet a lo bestia, verdadero english breakfast, delicioso. Y allí a cambiar hacia otras tierras
escocesas, esa noche dormíamos en Inverness.
La primera parada Crathes
Castle, no pagamos entrada, hay que optimizar, eso si 2 libras dejar el
coche, pero paseamos por fuera, hicimos fotos, hacía buen día y el entorno era
un espectáculo.
Ahí me lancé y cogí el coche, y me gustó. El coche era
grande, la carretera muy estrecha pero le cogí rápidamente el truco, suerte que
elegimos automático, si no posiblemente los cambios de marcha me hubiesen complicado
la vida.
Y camino a Balmoral, o al
castillo elegido por la reina para pasar el verano.
Dejamos el coche, sin pagar esta vez, y tras cruzar un
precioso rio llegamos a la entrada principal, de nuevo 11.50 libras, pero esta
vez merecía la pena, es enorme, te incluye audioguia, y camión-tren que te
traslada hasta el comienzo de la visita sin tener que andar mucho. La visita
con el audioguia está perfectamente señalizada, y el sitio es de ensueño, por lógica
es el sitio elegido por la Reina. Aprovechamos que era la hora de la comida y
picamos algo, unos sándwiches, nuestros primeros haggis (yo no, he de ser sincera, me negué todo el viaje), todo por
unos 14/15 libras persona. También le sacamos partido a la tienda, yo compré
unos preciosos jabones, y de haberlo sabido hubiera comprado más, pensé que
estarían en todos los castillos, pero cada uno tiene cosas diferentes.
A partir de ahí el día seguía luminoso, pero se nos
revelaron las Highlands. Nos desviamos apenas 15 minutos de Balmoral para ver Braemar Castle, desde lejos eso sí.
Teníamos pensado atravesarlas para llegar a Aviemore,
cerca ya de Inverness, pero sin coger autopista. Pero tras llevar una hora por
solitarios pero preciosos parajes la carretera estaba cerrada y nos desviaron
casi hasta nuestro punto de partida de la mañana. Intentamos tomar café en
algún pueblo, y puedo asegurar que no es tarea fácil. De las cosas más
llamativas de Escocia, además de lo verde, es la exuberancia y la soledad, es
ver verde y verde sin población, ni tan siquiera una casa perdida, es
sobrecogedor.
Finalmente cogimos autopista y llegamos a Inverness.
Pero eso ya será una nueva etapa del viaje.
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