martes, 2 de agosto de 2016

VISITANDO ESCOCIA (PARTE 5)


Martes 28 de junio

Entre nubes y claros debimos abandonar nuestras preciosas cabañas rumbo a nuestra última etapa: Edimburgo. Por el camino íbamos a disfrutar todavía de las preciosas vistas.  Ese día cruzamos el parque natural The Trossachs, una maravilla de la naturaleza, unas carreteras preciosas que recorrimos hasta llegar al MHOR 84, en plena A84. Un café hostel precioso, todo blanco, con amplios salones, acogedor, con su billar, sus libros, era una monada de sitio. Allí habíamos quedado con nuestra casera, Les McKenzie la cual nos había alquilado su casa en Edimburgo y nos dio las llaves. Una mujer casada con un vasco que buscando los parajes verdes y el cuidado de las ovejas habían abierto un hostel en el medio de este precioso paraje.
De allí nos dirigimos a Drummond Castle, una carretera que no debería llamarse así nos llevó hasta uno de los sitios más bonitos que vimos durante el viaje.



Vista la foto no podréis negarme su belleza, un paraíso escocés lleno de elegancia y colores.



De allí y sin parar de ver prados de ovejas hasta que la vista se perdía en el horizonte nos incorporamos por fin de nuevo a la civilización a través de una autopista. Llegamos a Stirling, nuestra última parada con la intención de visitar el castillo, comimos en un irlandés, en el Molly Mallone y al final paseamos por los alrededores del castillo pero angustiados un poco por el tema de dejar el coche en el aeropuerto preferimos dirigirnos hacia Edimburgo.




Lloviendo a cántaros, lo cual a ratos ya nos iba a acompañar todo el viaje llegamos al aeropuerto, había un atasco de cuidado y no pudimos llegar a la gasolinera con lo que tuvimos que pagar la gasolina y siempre sale más caro en el rent a car. Tras saldar las cuentas pillamos un taxi, (geniales porque permiten coger hasta 6 pasajeros) y por unos 25 euros nos llevó a nuestra nuevo y ultimo alojamiento la casa de Les e, Abenley Terrace.
No podríamos haber elegido mejor, quitando que era un segundo sin ascensor lo demás era perfecto. Una casa enorme con techos altos, bien habilitada en cuanto a baños, agua caliente, cocina, wifi, toallas, sábanas, armarios, no le faltaba detalle. Además el barrio era tranquilo, bien cerca del centro andando y en una zona residencial preciosa. Como la tarde aún tenia luz, os recuerdo que casi no anochecía nos fuimos a investigar la ciudad.

Entre cielos grises llegamos hasta el espectacular Colegio Heriot, la inspiración de J-K- Rowling para nuestro amado Hogwarts. Sólo se puede visitar la mañana de los sábados y una quincena en agosto, no coincidía ninguna, pero solo por fuera entendemos por que se sentía inspirada, es un espectáculo. Y también divide a sus alumnos por casa. 



Luego leí además que el paso a la Universidad, cuando se gradúan tiene como prota un sombrero, puede que ya tengamos la inspiración también del sombrero seleccionador. Dimos un amplio paseo y cenamos en la preciosa calle Victoria Street o Callejón Diagon en un italiano Made In Italy, donde nos encontramos más cerca de casa, ya que hablaban italiano y además lo mediterráneo siempre nos es más cercano. 




De allí paseo, comprita para el desayuno en un super que cerraba a las 11 y a dormir. Good night!

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