Martes 28 de junio
Entre nubes y claros debimos abandonar nuestras preciosas
cabañas rumbo a nuestra última etapa: Edimburgo. Por el camino íbamos a
disfrutar todavía de las preciosas vistas.
Ese día cruzamos el parque natural The
Trossachs, una maravilla de la naturaleza, unas carreteras preciosas que
recorrimos hasta llegar al MHOR 84, en plena A84. Un café hostel precioso, todo
blanco, con amplios salones, acogedor, con su billar, sus libros, era una
monada de sitio. Allí habíamos quedado con nuestra casera, Les McKenzie la cual
nos había alquilado su casa en Edimburgo y nos dio las llaves. Una mujer casada
con un vasco que buscando los parajes verdes y el cuidado de las ovejas habían
abierto un hostel en el medio de este precioso paraje.
De allí nos dirigimos a Drummond Castle, una carretera que
no debería llamarse así nos llevó hasta uno de los sitios más bonitos que vimos
durante el viaje.
Vista la foto no podréis negarme su belleza, un paraíso
escocés lleno de elegancia y colores.
De allí y sin parar de ver prados de ovejas hasta que la
vista se perdía en el horizonte nos incorporamos por fin de nuevo a la
civilización a través de una autopista. Llegamos a Stirling, nuestra última
parada con la intención de visitar el castillo, comimos en un irlandés, en el
Molly Mallone y al final paseamos por los alrededores del castillo pero
angustiados un poco por el tema de dejar el coche en el aeropuerto preferimos
dirigirnos hacia Edimburgo.
Lloviendo a cántaros, lo cual a ratos ya nos iba a
acompañar todo el viaje llegamos al aeropuerto, había un atasco de cuidado y no
pudimos llegar a la gasolinera con lo que tuvimos que pagar la gasolina y
siempre sale más caro en el rent a car. Tras saldar las cuentas pillamos un
taxi, (geniales porque permiten coger hasta 6 pasajeros) y por unos 25 euros
nos llevó a nuestra nuevo y ultimo alojamiento la casa de Les e, Abenley
Terrace.
No podríamos haber elegido mejor, quitando que era un
segundo sin ascensor lo demás era perfecto. Una casa enorme con techos altos,
bien habilitada en cuanto a baños, agua caliente, cocina, wifi, toallas,
sábanas, armarios, no le faltaba detalle. Además el barrio era tranquilo, bien
cerca del centro andando y en una zona residencial preciosa. Como la tarde aún
tenia luz, os recuerdo que casi no anochecía nos fuimos a investigar la ciudad.
Entre cielos grises llegamos hasta el espectacular Colegio
Heriot, la inspiración de J-K- Rowling para nuestro amado Hogwarts. Sólo se
puede visitar la mañana de los sábados y una quincena en agosto, no coincidía
ninguna, pero solo por fuera entendemos por que se sentía inspirada, es un espectáculo.
Y también divide a sus alumnos por casa.
Luego leí además que el paso a la
Universidad, cuando se gradúan tiene como prota un sombrero, puede que ya
tengamos la inspiración también del sombrero seleccionador. Dimos un amplio
paseo y cenamos en la preciosa calle Victoria Street o Callejón Diagon en un
italiano Made In Italy, donde nos encontramos más cerca de casa, ya que
hablaban italiano y además lo mediterráneo siempre nos es más cercano.
De allí
paseo, comprita para el desayuno en un super que cerraba a las 11 y a dormir.
Good night!
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