Este fin de semana, tras una semana estresante conseguimos irnos a un pueblecito de la sierra soriana, Navaleno. Cogimos el camino largo, aunque la guia campsa diga lo contrario. Sin embargo fue un camino bonito hasta que empezó a caerse el cielo y a partir de ahí la cosa se puso peor, pero finalmente llegamos a La Casona de Navaleno, una casa rural grande y acogedora, que nos dio cobijo dos días y que tiene unos desayunos fabulosos...de los que hacen que por la mañana tenga uno hasta ganas de madrugar. El viernes solo dimos un paseo, y cenamos en el mesón la Pajarera, donde Charo nos deleitó con unos torreznos, un choricillo, unas bravas, y un par de copichuelas por un precio tirado que hace sentirte aún más a gusto en el pueblecillo, aunque no hiciera buen tiempo.
El sábado amaneció un día espléndido, por lo que decidimos ir a ver el Cañón del Río Lobo pero en la ruta corta, pues en mi día caótico del jueves me olvidé de poner en la maleta unas deportivas. Aun así, corto o largo el camino del cañón es algo impresionante, tanto los paisajes desde el coche, como aquellos que se pueden hacer caminando es algo espectacular, que he prometido pasear con mejores condiciones en breve espacio de tiempo.
Ermita del Cañón
De allí fuimos hasta el Burgo de Osma, un pueblo que me encantó sin grandes aspavientos guarda belleza y nostalgia antigua conservada en cada esquina, y nos pareció un sitio bonito y tranquilo donde retirarse a pasar un par de días de reposo, pues pasear el pueblo es una delicia.
El Burgo de Osma
De allí fuimos a Calatañazor, uno de esos pueblos colocados en lo alto de una montaña, a modo de zonas defensivas entre grandes familias medievales, que aun guardan su belleza. Comimos bajo recomendación en un sitio original y bonito, El Palomar, donde Begoña nos dio ricamente de comer, y de beber por muy buen precio. Una antigua torre-palomar que ha sido rehabilitada de manera original como restaurante y con una agradable terraza donde tomar una rica cerveza.
Calatañazor
Restaurante El Palomar
Y ya la tarde no dio para más paseos, sino para pasear y dormir una rica siesta.
Y así llegamos al colofón del día y del fin de semana como quién dice, porqué el domingo hacía muy mal día y decidimos volver lentamente a Madrid.
El colofón o botón de oro fué una excelente cena en un rincón de Navaleno que nadie diría que está allí. Una cena en La Lobita es sin duda una de las mejores experiencias gastronómicas con la que uno puede deleitarse en su vida.
En un antiguo mesón los nietos del local han decidió modernizarlo desde la idea más tradicional, La Lobita es un restaurante contemporáneo traído desde lo más rico de las tierras sorianas. Elena en la cocina, y Diego en el salón hacen de esta comida un momento aún más delicioso.
En un salón cuidado nos agasajaron a base de ricos productos de la tierra, con caldos españoles de primera calidad, y con una atención delicada y atenta que mejoró la experiencia. No teníamos mucha hambre, pero sin embargo estuvimos casi tres horas cenando, y es que Diego consiguió convencer a nuestro estomago y maridar sus manjares de manera elegante. Es un restaurante que utiliza productos de huertas y granjas vecinas, y como Centro Micológico que es lo mezcla todo con la setas de temporada de una zona fértil para el nacimiento de estos ricos alimentos. Este mes versaba sobre el Marzuelo, una seta bonita y rica que ensalzaba cada plato que degustamos. Y así fuimos comiendo:
Un aperitivo que constaba de una cremita de patata con verduritas pochadas y flores de almendro.
Comenzamos regándolo con un buen vino del Bierzo; Utreia.
El primer plato que degustamos fué:
Ensalada de migas de perdiz escabechadas,
virutas de marzuelo y crestas de gallo de guiso tradicional. Llevaba además una gelatina de tomillo original y rica.
El siguiente plato fué:
Setas de Soria (marzuelo)huevo de pollita de corral a baja temperatura y patatas de guiso.
Cambiamos a un vino menos fuerte, más alegre Beso de Rechenna.
Y avanzamos a sabores más fuertes:
Papada ibérica confitada, marzuelos
y crema de patata “al musgo". Lo que parecía un plato extraño resultó ser un plato delicioso.
Asi llegamos a la carne ahora regado con un excelente vino La Setera D.O. Arribes
el plato se llamaba "una hamburguesa diferente" era un hamburguesa de solomillo de Ternera que ligaba a la carne picada con marzuelos, sin nada de harina, sobre una base de espuma de queso soriano y patatas paja con lecho de mermelada de tomate, y rebanada de torta de aceite caliente. El paladar según comías te vitoreaba.
Y así terminamos la cena con un postre magnífico:
Croquetas de chocolate líquidas con helado de plátano y migas crujientes dulces. Tenía el helado peta zeta, el chocolate de las cróquetas erá espectaular, y el postre en sí comida de dioses.
Y con el café , y buen orujo, unos bombones de crema de orujo y unos mini roscos caseros deliciosos.
Todo ello con una buena conversación y asesoramiento de vinos de mano de Diego que hacía de maestro de ceremonias.
A Elena por su cocina sublime y a Diego por su conocimientos y simpatia se le debe el resultado final de está perfecta cena.
Es dificil pedirle más a una comida, solo que pueda repetirse en breve.
En mayo hacen jornadas de setas primaverales, espero no perdermelas y esta vez, eso sí , llevaré deportivas.
3 comentarios:
Una pasada de viaje. Hice uno parecido hace algunos años y tanto los lugares como la gastronomía son para cantar y dar saltitos. Lo de la ermita de San Bartolomé, toda una experiencia.
Y ESE DE LA PERILLA QUIEN ES????
Bonitos pueblecitos. ¡Me alegra saber de vosotros!
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